El viñedo

En medio de las piedras fluye la vida y la energía: Un vino excepcional, fruto de una tierra sutil.

EL ALMA

El viñedo consta de casi 14 hectáreas y está estructurado en 16 parcelas. Las variedades tintas cultivadas son Garnacha, Cabernet-Sauvignon, Syrah, Monastrell y como variedades blancas contamos con Macabeo, Malvoisie y Chardonnay. La mayoría procede de selecciones nasales que, a diferencia de la selección clonal, ofrece una diversidad genética del material vegetal. El suelo de Al Parico es arcilloso, en su mayoría poco profundo (inferior a 40cm) con un subsuelo de rocas sedimentarias calcáreas (marés y piedra viva). La isla de Menorca, de clima mediterráneo, está particularmente expuesta al viento de tramontana debido a su relieve relativamente plano. Estas condiciones pedoclimáticas han dado lugar a elecciones concretas: portainjertos adaptados, repartición de las variedades de uva según la profundidad del suelo, orientación Norte-Sur de las hileras.

Desde el principio, quisimos integrar el viñedo al paisaje y contexto local. Lejos del monocultivo monótono, la idea es preservar la esencia misma del lugar: plantar sólo en las zonas aptas para el cultivo, dejar los árboles presentes en las parcelas, conservar las paredes secas y los antiguos sistema de evacuación del agua, proteger la biodiversidad y reducir la presión antrópica en el medio ambiente. Queremos producir por y con lo vivo, inspirándonos y aprovechando los recursos de nuestro entorno directo, como el pinar limítrofe que genera, sin ninguna ayuda humana, la mayor producción de biomasa.

EL ARTE

Por motivos de calidad de la uva y de resistencia a la sequía, las viñas se conducen en vaso con tutores individuales en el caso de las variedades de porte rastrero, y sin tutores en el caso de las variedades de porte erguido. Así, reproducimos lo que la naturaleza hace de forma espontánea: una cepa cuyos pámpanos trepan por los árboles y los muros gracias a sus zarcillos. El atado de los pámpanos en temporada crea una sombrilla que protege a los racimos del asurado. La decisión de mantener baja la densidad de plantación, refleja un pensamiento orientado a evitar la sobreexplotación del suelo. Asimismo, nuestro interés por ahorrar agua preserva el medio ambiente y obliga a las cepas a hundir más profundamente sus raíces en búsqueda de agua y nutrientes.

Las parcelas se siembran con abonos verdes (gramíneas, crucíferas, leguminosas) en otoño y se siegan o apisonan al inicio del ciclo de crecimiento de la vid. En el resto, se deja la cubierta vegetal natural donde pastan las ovejas de Al Parico durante el invierno. El objetivo es minimizar el trabajo del suelo entre las hileras para ayudar a constituir un suelo vivo, esencial para la perennidad del viñedo.